EP124
50 | Escritura PÚBLICA | julio-agosto 2020 | ENTRE MAGNITUDES Pyme precavida vale por dos. La fiabilidad de un plan de contingencia se basa en la realización previa de un exhaustivo y riguroso análisis de riesgos. Para ello, inda- gar en una serie de cuestiones, como los objetivos a alcanzar, la afectación en el negocio, actual y futura, o en cómo está impactando esta situación a clientes y provee- dores, debe constituir el punto de partida para trazar una oportuna hoja de ruta. El siguiente paso sería establecer las premisas que ayuden a amortiguar los efectos nocivos de la situación, al sincronizar la cadencia en la toma de decisiones para acompasarla con la rapidez en que toda crisis se propa- ga e incluso muta. Cuatro puntos se antojan básicos en este sentido: realizar una radiografía que nos aporte una imagen real de la situación de nuestra empresa, inter- pretar con la cabeza fría esa información de manera ade- cuada, establecer un plan de acción y evaluarlo de forma periódica para proceder a su adecuada actualización. Mejor si estaba previsto. La prueba del nueve para com- probar que el plan de contingencia camina por el sende- ro adecuado se lleva a cabo cuando este es capaz de aportar información sobre aspectos como la rentabilidad de las líneas de negocio, la tesorería, la proyección de cierre de año, la cartera de clientes, el estudio de merca- do y la asignación de objetivos y tareas por empleado. Además, debe comportarse de manera coherente bajo diferentes escenarios de estrés, de más a menos pesi- mista, y de simulaciones, siempre realistas, enmarcadas durante y después de la crisis. No en vano, con el plan de contingencia las pymes consiguen compensar la pérdida de control que toda cri- sis lleva aparejada. Para ello es fundamental mantener las emociones fuera de la ecuación de la toma de deci- siones. En caso contrario, es sumamente complicado comprobar la idoneidad de estas y, sobre todo, actuar de forma rápida en las desviaciones que se produzcan. Por consiguiente, la obtención de información veraz, su impávido análisis y el permanente reajuste para con- formar una estrategia a la medida de nuestras necesida- des serían la trinidad sobre la que fundamentar un efec- tivo plan de contingencia para aprovechar también las oportunidades que toda crisis conlleva. No en vano, el propio Einstein reconoció en su día que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y paí- ses, porque la crisis trae progresos. l La receta de un buen plan I NGREDIENTES básicos para que las pymes afronten una situación de crisis como la actual: l Dos cucharadas soperas para recabar informa- ción mediante el acopio de datos reales de la empresa y el sector. l Cuarto y mitad de previsión de diferentes esce- narios, desde los más probables a los más extremos. l Dejar a fuego lento una actitud indolente hasta que se evapore y pasar a la acción. Esperar a que escampe no es una opción. l Cortar en juliana un plan propio a nuestra medi- da, sin copiar el de terceros a pesar de que funcione. l Realzar el elemento humano, ya que es un ingrediente crucial. El bienestar y la seguridad sanita- ria de los empleados deben ser siempre lo primero. l Abundante actualización a diario de los pasos dados y generosa adopción de medidas correctoras en caso necesario. l Por último, pero no menos importante, una piz- ca para aprovechar las posibles oportunidades que toda crisis supone para salir reforzados y ser más competitivos. Un buen plan debe servir para llevar la toma de decisiones a escenarios previstos y controlados, sin olvidar su permanente actualización. Ponerse a ‘plan’ Un plan de contingencia que se precie debe permitir: l Elaborar una radiografía para conocer la situación real de la compañía. l Analizar la evolución de nuestra demanda de productos y servicios. l Determinar los puestos de trabajo presenciales y en remoto. l Establecer medidas de conciliación familiar, flexibilización de la jornada de trabajo, creación de una bolsa de trabajo por horas, adaptación del período vacacional, suplencias y bajas, entre otras. l Fijar protocolos de seguridad sanitaria en el entorno laboral. Fuente: Confederación empresarial multisectorial Cecot.
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