EP124
66 | Escritura PÚBLICA | julio-agosto 2020 | ESFERA CULTURAL en general considero más dictadores, algunos que me han querido mucho, pero también otros han torcido el gesto cuando han visto mis limitaciones, por la secuela en mi pierna, que estuvieron a punto de amputar. Pero he procurado ponerle buena cara al mal tiempo porque, después de haber trabajado con auténticos genios como Tamayo, Zefirelli, o Visconti... ¡la nada! –Al margen de los 40 papeles que ha cantado, ¿se ha quedado con ganas de algún título? – Manon Lescaut , de Puccini. Lo llegué a aprender espe- rando que alguien me lo ofreciera, pero la propuesta nunca llegó. No sé por qué, porque me iba bien. También es verdad que, excepto en teatros de temporada, no está entre esa docena de óperas que más se programan. –Para afrontar el personaje con verdad, ¿qué se exige? –Sentirlo. Kraus me decía que él procuraba aislarse total- mente, y si tenía que fingir algo, lo hacía. Elena Cernei, una mezzo rumana bellísima y con mucho talento con la que canté Carmen en Barcelona, dijo un día lo mismo: que debes ser frío, fingiendo lo que quieres expresar sin llegar a emocionarte con el personaje. Pero yo no lo podía remediar. Me entregaba a fondo, convencido de que si podía emocionar a veces al público era por meter- me en el papel con toda mi alma. –¿Comprende a quien minusvalora al cantante de zar- zuela frente al de ópera? –Eso lo dice gente más bien poco informada, porque para cantar zarzuela se necesita la misma preparación que para la ópera. Tener que hablar, quizá afecte un poco al canto. Pero si lo haces técnicamente bien, en una tonalidad que no te suponga un esfuerzo que pudiera reflejarse al cantar, es lo mismo. No hay más diferencias. Hay romanzas tan difíciles como las de ópera. Las de Doña Francisquita o Luisa Fernanda son tremendamen- te comprometidas. Otra cosa es si puedes o no cantarlas, dependiendo de tus facultades. –¿Por qué usted no ha dejado suficientes rastros graba- dos? –También yo me lo he preguntado mil veces. Muchos especialistas echan en falta más discos de ópera míos, teniendo una docena de zarzuela, que empecé a grabar siendo aún corista. –Es muy difícil para sus colegas bajarse del barco. ¿Le costó trabajo hacerlo con la voz en plenas facultades? –No mucho. Por las restricciones que implica cuidarse. El cantante tiene que hacer vida de cantante, que implica dormir lo más que puedas, para estar descansado y con- seguir una musculatura sana y buena; ejercitarte mucho para estar en forma –por lo que iba a un gimnasio, hacía pesas...–; cuidar mucho las comidas y controlar las bebi- das: alcohol, muy poco; coñac y licores espirituosos, fue- ra... Así durante los veintitantos años que fueron el grue- so de mi carrera, porque he sido muy riguroso. He con- seguido que en cincuenta o sesenta años mi peso apenas oscilara, hasta tener el mismo cuerpo ahora que con cua- renta años. Cuando me retiré, empecé una vida normal, no de tenor, y una de mis metas era pasarlo bien en la vida en todos los aspectos: poder comer de esto y de lo otro. Cosas que pueden sentar mal al estómago, y con una mala digestión no se puede cantar... Por eso no me arrepiento de mi decisión. La vida ofrece muchas opor- tunidades, y yo disfruto de ellas. l A NOTÁNDOSE récords dignos de Guinness, como 19 temporadas seguidas en el Liceu o 12 en la ópera de Viena, es fácil rastrear sus huellas en internet. Dos muestras podrían ser su bis en Nápoles https://url2.cl/rZlEA o dos participaciones en el Teatro de la Zarzuela: en Norma , junto a Caballé https://url2.cl/CqI7A , y en El Dúo de la Africana https://www.youtube.com/watch?v=FWzxR1k2wjo , uno de sus últimos papeles zarzuelísticos. Dónde encontrarle «Después de haber trabajado con auténticos genios como Tamayo, Zefirelli, o Visconti... ¡la nada!»
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